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SALA DE LA REDENCIÓN

No podemos disociar el tema de la Pasión de Cristo de la vida franciscana, por lo que esta sala acoge una serie de obras escultóricas y pictóricas de enorme y profundo significado para la Orden. Varios Crucificados en madera policromada, de autores anónimos, salvo el atribuido a Luján Pérez (1756-1815), son ejemplos de la riqueza

imaginera del convento, como también el valioso Nazareno, de procedencia americana, o la Magdalena, de escuela genovesa (siglo XVIII), sin olvidarnos de la Dolorosa, una imagen de vestir de la gubia del ya citado Luján Pérez. Son interesantes las pequeñas esculturas que representan momentos concretos de la Pasión (siglos XVII-XVIII), así como  las del Niño Jesús, sobre todo aquellas en las que aparece soñando la cruz. Sin embargo, la pieza que ofrece mayor interés y atractivo es sin lugar a dudas la cruz-estuche en la que vino la conocida y venerada imagen del Santísimo Cristo de La Laguna, muy difundida en Canarias y América por la Orden franciscana. Las capillas de reducidas dimensiones y los objetos litúrgicos relacionados con la Cuaresma completan la colección de esta sala.

Antes de entrar en la Sala VI, podemos contemplar, aparte de las viejas campanas del convento, dos maquetas realizadas en tiempos distintos (1993/2013) que ilustran la situación física del edificio en las fechas indicadas, antes y después del Museo. La primera, realizada de una manera artesanal, pero con una enorme carga emocional  y testimonial; y la segunda, llevada a cabo a escala por el artista Tahiche Díaz, y en mayores dimensiones.

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