MONASTERIO Y MUSEO
SANTA CLARA LA LAGUNA
VIDA DE S.FRANCISCO
S. Francisco nació en la ciudad de Asís (Italia), en el año 1182. Era hijo de un rico mercader llamado Pedro de Bernardone y por eso tenía cierto renombre en la ciudad. Después de una juventud disipada y llena de diversión, se convirtió, renunció a los bienes paternos haciendo voto de pobreza y se entregó plenamente a Dios.
Alistado en una expedición militar a Apulia, comprendió por un sueño misterioso que Dios le reservaba un destino muy diferente. Vuelto a su patria, se entregó al retiro y al trato amistoso de los pobres, en especial de los leprosos.
A esta experiencia, que le exigió un costoso vencimiento, atribuiría él mismo la victoria de la gracia divina y el cambio definitivo. Por entonces oyó de labios del crucifijo de S. Damián la orden de «reparar la iglesia». Mientras se hallaba entregado a la reconstrucción de aquella capilla se produjo la ruptura con su padre. Denunciado por éste, y en presencia del obispo de Asís y de todo el pueblo, hizo la renuncia total, declarando públicamente: “Hasta ahora he tenido a Pedro Bernardone como padre. A partir de ahora, sólo tendré a Dios como Padre”.
El 24 de febrero de 1209, durante la lectura del evangelio de la Misa sintió claramente su vocación a la vida apostólica dentro de la absoluta pobreza. El Evangelio sería en adelante su norma suprema de vida. Y para simbolizar esta pública profesión evangélica, vistió desde entonces una túnica ceñida por una cuerda y se desprendió del calzado. Se dedicó en seguida a predicar la penitencia, es decir, la conversión a una vida de acuerdo con el Evangelio.
No tardaron en unírsele algunos compañeros, deseosos de compartir el secreto de aquella pobreza alegre y segura. Sin pretenderlo, se vio fundador, más aún, jefe de un sorprendente movimiento de renovación cristiana, que halló eco inmediato en el pueblo italiano. El grupo inició sus expediciones apostólicas. No faltaron penalidades y humillaciones que dieron temple evangélico a la pequeña fraternidad. En tiempo de Francisco de Asís proliferaban los movimientos heréticos que alzaban, como él, la misma bandera de vuelta al Evangelio y de pobreza; no era raro, pues, que los nuevos penitentes de Asís despertaran suspicacias. Comprendiéndolo así Francisco se dirigió a Roma para obtener de la Santa Sede la aprobación del género de «vida según el Evangelio». Inocencio III se avino a aprobar oralmente la forma de vida y autorizó al grupo para ejercer la predicación penitencial.
De vuelta a Asís, se instalaron en una cabaña abandonada en el lugar llamado Rivotorto, de donde a los pocos meses pasaron a la Porciúncula, en la llanura de Asís. El género de vida de la fraternidad estaba regulado por la pobreza, en un clima de sencillez, alegría candorosa y compenetración cordial. Oración, apostolado popular, trabajo a merced en casas acomodadas o en las faenas del campo, servicio en hospitales y leproserías, donde habitualmente se hospedaban, eran las actividades que llenaban su jornada. Si la retribución del trabajo no era suficiente, mendigaban el sustento. Pero se descartaba rigurosamente la recepción y el uso del dinero.
La popularidad de Francisco, entre tanto, había alcanzado su apogeo. Se le seguía y se le aclamaba como a un canonizado en vida. Esta veneración subió de punto desde la estigmatización, ocurrida en el monte Alverna el 17 de septiembre de 1224. Los dos últimos años de su vida estuvieron llenos de sufrimientos corporales y de vivencias místicas, que no le impedían emprender nuevas giras apostólicas y enviar al mundo su mensaje de conversión y de paz mediante cartas encendidas. Viendo próximo su fin, dictó su Testamento, reafirmación postrera de la originalidad de su vocación y de la de su fraternidad. Terminó su vida terrena el 3 de octubre de 1226.
Fue canonizado el 16 de julio de 1228. Sus restos reposan bajo la basílica levantada en su honor en su ciudad natal. Se celebra su fiesta el 4 de octubre.